Una flor morada arrancada durante una tormenta.
Quien la lleve dejará de temer a los rayos y los truenos.
Esta flor solo se abre en tormentas eléctricas, y no se marchita ni bajo las constantes lluvias.
Es conocida como la “Flor del Trueno”. Arrodillándose ante ella, el Domador de Truenos la arrancó con respeto.
Siempre que llevaba esta flor se enfrentaba con orgullo a los rayos y los truenos.
Ni cuando luchó contra la feroz Bestia del Trueno su determinación flaqueó.
Para el Domador, usar esta flor morada podría ser un simple capricho,
pero para los viajeros, simbolizaba la determinación inquebrantable que lo ayudó a conquistar el trueno.

Una diadema muy antigua.
Brilla con la luz del trueno domado.
La feroz bestia
esclavizó al pueblo con la ira del trueno.
El rugido de este, sin embargo, era tan efímero
como el poder que se desvaneció junto con él.
El Domador de Truenos derrotó a la bestia durante una tormenta eléctrica,
y obtuvo esta corona con la que se podían domar los truenos.
Lo único que no podía domarse era el inevitable paso del tiempo.

El cáliz de vino del Domador de Truenos.
Quizás su último dueño lo usaba para beber el trueno.
Si bien era realmente poderoso, el Domador de Truenos era tan solo un humano normal con sentimientos mortales.
Al fin y al cabo, la ira y el éxtasis van y vienen en un instante, igual que los truenos.
Este cáliz fue testigo no solo de las hazañas del Domador de Truenos, sino también de sus tristezas y alegrías.
En este cáliz se vertió el vino para el ritual en el que la familia del Domador de Truenos fue sacrificada como ofrenda.
También sirvió para contener el coraje que lo ayudó a aventurarse en la cueva de la bestia.
Fue este cáliz el que acompañó al solitario Domador en sus últimos días.

Una insignia con la forma de una pluma del halcón que atraviesa tormentas.
Al usarlo, casi se puede sentir el retumbar de los truenos y el calor de los volcanes.
No temas al trueno o al volcán,
pues el halcón dejó su pluma en el bosque quemado.
El Domador de Truenos hizo una insignia con forma de pluma utilizando amatista.
Era púrpura y brillaba a la luz bajo la mirada de los enemigos.
En la pequeña insignia brillaba un rayo
que parecía presagiar el destino fatal de la Bestia del Trueno.
Igual que el halcón, el Domador conquistó los rayos y las llamas,
y finalmente decapitó a la Bestia del Trueno.

Un reloj de arena que el Domador de Truenos usó en el pasado. Dentro de él hay pequeños fragmentos Electro en lugar de arena.
Los fragmentos se rompen y caen a medida que pasa el tiempo, tras lo que se fusionan de nuevo en el fondo del reloj.
El guerrero que derrotó a la Bestia del Trueno elaboró este reloj de arena con amatista.
El paso del tiempo es como un trueno: sucede y desaparece en un destello.
Pero ni siquiera el Domador pudo conquistar el destello del tiempo.
Dentro de este reloj de arena, incluso los rayos y los truenos han de acatar las inalterables leyes del tiempo.
Los fragmentos en su interior se rompieron y se fusionaron innumerables veces, mientras el tiempo transcurría con sosiego.
A raíz de ello, el Domador de Truenos entendió el ciclo de la vida y la muerte, lo que lo ayudó a derrotar a la bestia.