Oh, desafortunado Viajero, ¿qué te trae a esta recóndita cueva subterránea?
¿Son las historias legendarias de Hasad, el aventurero de oro?
Esas historias por todos conocidas no son sino una minúscula parte comparadas con lo que yo he experimentado.
Solo los dioses sin nombre del desierto saben la terrible desgracia que ha caído sobre mí.
Ninguno de ellos ha podido atisbar los antiguos secretos.
Capas y capas de encantamientos me encadenan.
Y ahora soy el oráculo de un ente incorpóreo.

El malvado espíritu que me observa desde la oscuridad me ordenó disponer tres desafíos, en los cuales se ocultan esos tesoros
que se llevaron de la ciudad de latón maldita.
Si el miedo no vence a tu curiosidad y avaricia, sígueme, te
mostraré el camino.

Te guiaré a través del profundo túnel hasta el agujero inmundo donde solían guarecerse los devs, donde las ruinas resonaron
con gritos y llantos de muerte.

Cuando las llamas se enciendan en el orden correcto,
justo como el camino por el que viniste,
quedaré libre al fin de esta maldición eterna.

Pero esos entes inmortales no pueden perecer.
No hasta el final de todo, cuando la misma muerte conozca su fin.

En las profundidades del desierto desbocado yacen cosas que preceden hasta las más antiguas pirámides.
Son los murmullos del siniestro espíritu de al-Azif, y cada uno de ellos pronuncia ese nombre maldito:
“Shiruyeh”.