Una flor blanca común que una damisela en apuros colgó en el pecho del caballero que la rescató.
Está seca y dura por toda la sangre que se derramó sobre ella.
Cuando el Caballero errante mató por primera vez a un monstruo para salvar a una damisela,
rechazó la recompensa que ella le quería dar. En su lugar, recibió una flor blanca y pura.
“Defender el código de un caballero es una recompensa en sí mismo”.
“Lo único que quiero es que esta flor sea mi medalla”,
Siempre llevó la flor sobre su corazón, hasta que quedó manchada de sangre.
Igual que la armadura del Caballero, la flor se volvió tan negra como una noche de invierno.
Igual que su corazón, se volvió tan dura como un metal que ha sido templado.

Una magnífica máscara de platino perteneciente a un caballero de origen noble.
La sangre oscura y seca ha pasado a formar parte de ella.
Cuando el Caballero se dispuso a ayudar a los heridos después de matar al último monstruo,
el miedo con el que la chica gritó le hizo darse cuenta
de que tenía la cara manchada tanto de su propia sangre como de la de los enemigos.
Se había convertido en un ser violento y monstruoso.
“Que esta máscara sustituya a mi propio rostro.
Que nadie tenga que contemplarlo jamás.
Pues la cruenta guerra me convirtió en algo terrorífico”.

Un exquisito cáliz de plata que, en su origen, tenía unos grabados de oro que representaban las hazañas de un héroe.
La sangre y el humo lo han manchado tanto que ya es irreconocible.
Cuando el caballero aniquilador de monstruos regresó del violento campo de batalla,
ya no quedaba nadie a quien rescatar en las casas derrumbadas.
El cáliz ennegrecido por el humo se convirtió en un símbolo del caballero derrotado.
Con él, libró al mundo de monstruos, pobreza y maldad.

Una de las innumerables plumas de cuervo que se quedó pegada sobre el Caballero Sanguinario.
Los cuervos son una especie de aves que siguen a quien los alimenta para buscar comida.
El Caballero Sanguinario ya no podía distinguir
si estaba manchado con su sangre o la de sus enemigos.
Tras tantos años de masacres, por fin comprendió el sentido de su vida como caballero.
Esto lo hizo pasar de ser un caballero blanco y puro a convertirse en un monstruo.
Sus únicos seguidores eran los cuervos que seguían sus huellas sangrientas.

El Caballero Sanguinario conservó este reloj en el abismo, donde los cuerpos celestes no emiten luz,
pero allí el tiempo no significaba nada.
Esta fue la última historia del Caballero, que perdió toda ética y moral.
Se dio cuenta de que no había lugar para él en esta tierra.
Se aventuró en el antiguo reino caído y murió en la batalla en la guarida de los monstruos.
Al llegar al fin del mundo, entendió de dónde procedían esos monstruos que destruyeron el antiguo reino.
“El antiguo reino fue castigado injustamente.
Y sus habitantes se convirtieron en monstruos.
Mi código de caballero no puede tolerar tal injusticia.
Si Abismo es tu nombre, juro ante ti mi lealtad”.