Detalles del personaje
Desde los albores de la humanidad, la gente siempre ha sentido un gran anhelo y curiosidad por las cosas del mundo. Esta es la base de la cognición y el fundamento sobre el que se sustenta la razón.
Para la gente de Inazuma, el mundo es así también. En esta nación, las tormentas y los rayos existen desde hace mucho tiempo, igual que existe la luz, el océano y... la Shogun Raiden.
Cuando los niños se van a dormir, las madres suelen contarles la leyenda de cómo la Shogun derrotó a otros dioses y conquistó otros pueblos.
Cuando los niños de Inazuma visitan otras islas, ven cañones creados mediante el corte de los rayos y los pálidos e imponentes huesos de una serpiente.
Cuando los soldados van a la guerra, todos gritan “¡gloria a la Shogun y a su imperio eterno!”
La gente con trabajos y vidas tranquilos se siente agradecida con la Shogun y los servicios del fiel Triunvirato.
La reputación de la Shogun Raiden trascendió los límites de lo mortal hace mucho tiempo, y se convirtió en una eterna fe que se ha transmitido en Inazuma durante generaciones.
Debido al prestigio y el poder de su Arconte, el pueblo de Inazuma tiene razones para creer que sus descendientes también verán los mismos paisajes y construirán su mundo en torno a esta fe, la cual seguirán transmitiendo a las siguientes generaciones.
En esto precisamente consiste la utopía eterna que la Shogun le prometió a su pueblo.
Historia del personaje (1)
El verdadero nombre de la Shogun Raiden es “Raiden Ei”.
Ha visto con sus propios ojos todo lo que Inazuma ha tenido que sacrificar a lo largo de miles años para progresar.
Sus años de mayor felicidad ya son cosa del pasado, y sus amigos de antaño se han convertido en sus enemigos, así que, al final, se quedó sin ninguna razón por la que seguir blandiendo su espada.
“Todo avance conlleva una pérdida”.
Ei piensa que esta es la inamovible ley del tiempo que puede aplicarse sobre cualquier cosa en este mundo.
La nación más gloriosa y próspera de la humanidad se desmoronó de la noche a la mañana; Liyue, la ciudad más longeva de todas, tuvo que despedirse del Arconte Geo; y los vientos de la despedida llegaron silbando desde el borde exterior del tiempo.
La reputación de la Shogun Raiden aún no se ha hecho eco, pero llegará un día, dentro de cientos o miles de años, en el que Inazuma también deje de ser protegida por su diosa.
Como guerrera que era, siempre permanecía alerta ante el enemigo, y aunque este presentara una amenaza tan vacía como el mismo tiempo, ella se daba prisa para encontrar un arma con la que contraatacar.
Su respuesta es la eternidad. Solo la eternidad podrá permitir que todo se detenga y que Inazuma nunca sea destruida.
“Aprovechando que las cosas van bien, detengámonos por un momento. Dirijámonos hacia la eternidad”.
Historia del personaje (2)
Aunque un ser que está limitado por un cuerpo decida perseguir la eternidad, nunca podrá evitar su propia esperanza de vida.
El limitado tiempo del que disponemos era algo que inquietaba a Ei. Así fue hasta que, un día, el destino quiso que una misteriosa tecnología se presentara ante sus ojos.
Con ella, se podían fabricar unas marionetas capaces de cobrar vida.
En teoría, si estas marionetas podían ser la copia perfecta de Ei, no tendrían una limitada esperanza de vida y podrían vivir para siempre a fin de proteger Inazuma eternamente.
Sin embargo, hacer una réplica de un ser divino no era algo tan sencillo.
Para ello, Ei llevó a cabo un sinfín de experimentos y tuvo que descartar muchos que fueron fallidos, con lo que consumió una inimaginable cantidad de tiempo y recursos.
Con su obsesión y su voluntad guerrera, creó una marioneta perfecta.
La nueva Shogun Raiden permanecía quieta ante Ei mientras escuchaba atentamente todo lo que le contaba sobre sí misma, su otro “yo” e incluso sobre ambas. Así fue como el futuro de Inazuma fue escrito en unos maravillosos planos de tecnología.
Solo tenía una pregunta para Ei: “Si abandonas tu cuerpo, no habrá vuelta atrás. ¿Estás segura de que no te arrepentirás?”
“El hecho de que existas es mi respuesta a esa pregunta”.
Entonces, Ei se convirtió en una conciencia que quedó guardada en una espada. Y así fue como se originó el “plano de la eutimia”.
Historia del personaje (3)
Antes de convertirse en la Shogun, Raiden Ei era una samurái encargada de supervisar el cumplimiento de las órdenes de la Shogun de aquella época.
La antigua Arconte Electro, llamada Raiden Makoto, era débil y siempre cargaba a Ei con las tareas más sanguinarias. Pero, además de luchar, Ei también disfrutaba de sus momentos de relajación bajo los cerezos mientras jugaba a las cartas con sus amigos.
Sin embargo, siempre era la más lenta cuando de jugar se trataba, así que nunca consiguió ganar, ni tampoco llegó a probar los premios que la Sacerdotisa Kitsune preparaba para quienes ganaban a las cartas.
Así pues, para aprender a jugar bien, empezó a poner la misma concentración que cuando practicaba con la espada. Además, solía retar a Makoto o a Mikoshi Chiyo a duelos de cartas, o recitaba ella sola bajo la luz de la luna los poemas que había inscritos en las cartas.
Al fin, llegó el día en que, bajo los cerezos, Ei derrotó a sus oponentes uno tras otro. Incluso la tengu fue abatida por ella tras una dura batalla, por lo que fue coronada como campeona.
Estaba muy feliz por haber ganado, lo que causó la risa de sus amigas. Entonces, ella se dio cuenta de que había perdido por completo las maneras e inmediatamente bajó las manos y recuperó su frío semblante.
La intención de sus amigas no era reírse de ella, pues la conocían muy bien y sabían que se había esforzado muchísimo para ganar.
Sin embargo, la Sacerdotisa Kitsune, entre risas, colocó unos pastelillos frente a ella.
“Técnicamente, son tu recompensa, pero en realidad no son más que unos dulces artesanales. No pensé que te harían ponerte tan pensativa. En cualquier caso, pruébalos, son tu recompensa por haber ganado”.
Ei para nada codiciaba esos pasteles. Como samurái, creía firmemente que toda derrota debía recuperarse con una victoria, de modo que los pasteles eran un obsequio de apreciación de su gran ambición.
Entonces, al probar los deliciosos pastelillos, inconscientemente sonrió de nuevo. Aquel era el sabor de la victoria. Eso sí, la cara que ponía al aguantarse la sonrisa era algo que a sus amigas les resultaba muy... interesante.
Incluso a día de hoy, Ei aún se acuerda de vez en cuando de aquellos cerezos.
Aunque hace mucho tiempo que no los visita, aunque ya no haya nadie bajo sus ramas, ella sigue esperando que el tiempo se detenga eternamente.
Historia del personaje (4)
Ei aún recuerda que a Makoto le gustaban tanto los paisajes, la gastronomía, la cultura y las historias de Inazuma que a veces no podía dejar de hablarle de ello.
Aunque eran perfectamente conscientes de la erosión causada por el paso del tiempo, comparada con Ei, que tanto se preocupaba por el futuro, Makoto prefería poner toda su concentración en el presente.
“Disfruto al máximo de todo precisamente porque comprendo lo efímero de las cosas”.
Ante esa respuesta, Ei solo pudo forzar una sonrisa y reflexionar sobre cuán inflexible era como kagemusha en comparación con la Shogun Raiden. También pensó que le gustaría ser tan relajada como Makoto.
Pero el día más inesperado llegó más pronto de lo que nadie previó, y tomó a Ei sin forma de defenderse. Cuando se quiso dar cuenta, tenía en sus manos la espada de la moribunda Raiden Makoto.
Ese día, Ei entendió por completo cómo era el verdadero dolor que se sentía por la erosión.
Si seguía avanzando junto al tiempo, incluso esa espada, aquellos cerezos y los seres vivos de Inazuma desaparecerían algún día ante sus ojos.
Para ella, esos eran los cimientos de Inazuma, así como lo que la Shogun Raiden debía proteger.
“Si lo miras así, pensar en el futuro no es algo que no tenga sentido, ni tampoco es una forma de arrogancia”.
Con total determinación, superó los límites del cuerpo y la eternidad descendió sobre el plano mortal.
Historia del personaje (5)
Una noche, Raiden Ei entró en un hermoso lugar de ensueño mientras meditaba.
Era un plano situado entre el cielo y la tierra en el que solo estaban ella y la imagen de su “yo”.
Entonces, escuchó la voz de la marioneta susurrándole: “Tu ‘eternidad’ se desestabiliza por culpa de la ambición de tu pueblo. Así pues, te has convertido en mi enemiga”.
Ei ya había tenido en cuenta los posibles peligros que podían derivar de la marioneta que fabricó.
Sabía que podría ocurrir cualquier cosa, así que, en el peor de los casos, hasta ella misma podría volverse una amenaza para la eternidad.
Sin embargo, debía seguir avanzando para alcanzarla, lo que demostraba su imparable fuerza de voluntad.
Lo que le dijo la marioneta provenía del pasado, de una pregunta que la Shogun se hizo a sí misma:
“Ahora crees más firmemente en tus convicciones que en el pasado, por lo que tu yo actual es la correcta, ¿cierto?”
“¿Tu yo del presente tiene una nueva forma de pensar, o es que no has podido resistir la erosión del tiempo?”
En el mismo rostro se reflejaban dos voluntades distintas, y tanto su yo como su pasado regresarían tarde o temprano.
Pero ese día no llegaría aún, y Ei sabía que todavía no estaba preparada para ello.
Su corazón estaba en calma y había llegado al plano de su yo, pero para escuchar los gritos de su pueblo, debía detenerse.
Entonces, esa gran claridad se desvaneció, y en el palacio de su “no ser” resonó el graznido de los cuervos. Despuntaba el alba y, como samurái que era, debía agarrar su espada.
Aquel sueño fue tan real, pero al mismo tiempo, tan fugaz como el paso de una sombra...
Mente Onírica
“Mente Onírica” es una espada transmitida de generación en generación, y que ha acompañado a Ei hasta hoy en día.
Esta espada ha tenido dos dueñas y ha visto el paso del tiempo y la eternidad.
Nació gracias al poder divino de Raiden Makoto, y jamás tuvo que ser afilada. El filo seguía a su dueña: si esta no sabía luchar, él tampoco lo haría. Por eso no era más que el símbolo de una verdadera paz.
Cuando Makoto falleció, la espada llegó a manos de Ei. El arma estaba sedienta de sangre y, cuando probó su sabor, los fuertes vientos y el trueno la echaron a un lado.
Makoto la bautizó con el nombre de “Mente Onírica” porque deseaba que pudiera ver la belleza de ensueño de Inazuma y las mentes y los corazones nobles de este mundo.
Ei decidió no cambiarle el nombre porque ella también había visto esa misma belleza y tenía un corazón puro y una mente fuerte.
Y es que, para captar la belleza del rayo, se necesita una mente capaz de entender la belleza de lo efímero e ilusorio del mundo mortal.
Gnosis
Antes de sumirse en el plano de la eutimia, Ei estuvo pensando mucho en qué hacer con su Gnosis.
Aunque ya no la necesitaba, no podía deshacerse sin más de algo tan importante. En un principio, quiso convertirla en un dispositivo que proveyera energía, pero, por alguna razón, sus habilidades no surtían efecto sobre la Gnosis.
Entonces, pensó en una persona: la astuta e inteligente Yae Miko, quien, a pesar de no ser la persona más confiable, era su mejor opción lo mirase por donde lo mirase.
Al escuchar la petición de Ei, Yae Miko no pudo evitar reírse de ella.
“¿No te preocupa que venda esta cosa?”.
“Sé que entiendes el valor de una Gnosis, así que, aunque quisieras venderla, tendrías que encontrar un objeto del mismo valor para intercambiarla. Y eso no es nada fácil”.
Conociendo a Yae Miko, no habría sido extraño que hubiera vendido la Gnosis sin más, pero también era cierto que no la entregaría en un intercambio.
Ambas se entendían muy bien mutuamente. Yae Miko comprendió lo que quería Ei, por lo que tomó esa valiosa Gnosis y dijo:
“Está bien, como quieras. Pero luego no te arrepientas”.