Una flor del festival de verano que dura para siempre.
No se marchitará ni aunque sea enterrada bajo la nieve.
Algunos dicen que es una imitación o que parece una vida falsa.
Ya que, según ellos, la vida solo existe con el cambio, el dolor y el crecimiento.
La vida consiste en las oportunidades únicas que nos trae, pero también en las despedidas y la muerte.
Pero los recuerdos de cuando la conoció,
de ver los fuegos artificiales estallar juntos en el cielo como flores abriéndose,
los recuerdos de esa mujer de ojos de zorro que desapareció sin dejar rastro...
Esta flor que nunca se marchitará es lo último que queda para recordarla.
Al final, esto se debe a que existen dos tipos de vidas:
una que es eterna como esta flor de verano que jamás se marchita,
y otra que es tan fugaz y transitoria como el humo de los fuegos artificiales.

La máscara de una deidad.
Ha sido moldeada según la imagen de alguna deidad legendaria.
La gente a menudo se disfraza de los zorros de las leyendas.
Se cubren el rostro con estas máscaras basadas en un ser divino.
Tal vez lo hacen porque envidian las habilidades de transformación de los zorros.
En las leyendas de Inazuma, todas las cosas tienen espíritu.
Sin embargo,
la mayoría de los espíritus abandonaron las ciudades y huyeron a los bosques,
amenazados por la ira y la represión de la Shogun.
Pero aún hay mucha gente que cree en estos zorros divinos y en su capacidad de habitar los cuerpos de otros.
Creen que, tras miles de años de existencia, estos animales tienen unos poderes especiales.
Por lo tanto, también creen en lo que representa esta máscara de zorro.
En su reverso, hay una nota escrita con una hermosa letra.
“Lo siento, me fui al amparo del ruido de los fuegos artificiales.
No creo que nos volvamos a ver. Cuídate mucho”.

Un hermoso globo lleno de agua.
En las historias de fantasmas de Inazuma,
es un recuerdo del encuentro con algo inhumano...
Durante el festival de verano, mis padres y yo nos separamos.
Solo fue por un momento, pues yo quería ir a ver los globos de agua.
Por ello, le solté la mano a mi padre, la cual yo tenía agarrada por la manga de su camisa.
Antes de que nos diéramos cuenta, fuimos separados por la marea de personas que escoltaban al palanquín divino.
Entonces, yo me puse a llorar junto a la puerta que estaba en el camino que iba hacia el santuario.
Conté los pies de todas las personas que subían a la montaña.
No sé cuándo ocurrió,
pero una hermosa mujer con ojos como los de un zorro se me acercó y me tomó de la mano.
“¿Quién y cómo ha podido dejar aquí a un niño tan lindo?
¿Te gustaría ver los fuegos artificiales, jugar a los dardos y lanzar globos de agua conmigo?”

Un dardo arrojadizo de un diseño realmente complejo, muy común durante el festival de verano.
En las historias de fantasmas de Inazuma,
existe una historia sobre un encuentro entre lo humano y lo inhumano...
Para celebrar el embarazo de mi esposa, fui al santuario a hacer una ofrenda.
No sé por qué, pero fui con estos objetos:
un globo de agua que tengo desde los siete años, una máscara de zorro de cuando tenía diecisiete,
y una flor que no se marchitaría ni en diez años, ni tampoco en cien.
Seguía pensando que tal vez me encontraría con ella...
Mi esposa y yo no nos conocimos mediante una casamentera, y siempre nos faltaba dinero.
Además, necesitamos mucho tiempo hasta que, por fin, pudimos concebir un hijo.
Sin embargo, siempre fuimos muy felices.
Me desvié por el camino de la montaña que iba hacia el lugar donde había visto los fuegos artificiales con ella.
Aparté unos arbustos y creí verla vestida de blanco, sentada sobre una roca.
Pero cuando me acerqué para verlo, tan solo era un zorro que estaba tomando el sol.
Saltó del susto cuando pisé unas ramas y, a continuación, huyó al bosque.
Igual que la luz moteada que se asoma entre las hojas de los árboles al ser zarandeadas por la brisa, desapareció en un instante.
Entonces, me acerqué a la roca, en cuya superficie había un antiguo dardo de madera.

Un reloj de bolsillo pequeño y con adornos.
Parece estar detenido en una determinada hora del día.
En las historias de fantasmas de Inazuma,
esto está relacionado con encontrarse con algo inhumano...
En la noche del festival de verano, la joven a la que tanto admiraba y yo caminábamos juntos hacia el santuario.
De repente, escuché muy a lo lejos el llanto de un niño que parecía haberse perdido.
Entonces, me distraje por un momento, me torcí el tobillo, me caí y mi reloj de bolsillo se rompió.
Mientras ella iba por algo de pomada,
yo me quedé para dejar paso a la gente que venía
y me senté en una roca junto al camino para descansar.
La hermosa mujer de la máscara se sentó a mi lado.
“Muy poca gente conoce este sitio.
Es el mejor sitio para ver los fuegos artificiales, ¿lo sabías?”
Aquello debió ser un sueño.
Han pasado diez años, y aún no la he vuelto a ver.
En todo ese tiempo, ella ni siquiera envejeció...
“Te has hecho mayor. Creo que ya no jugaremos más a los globos de agua.
Traje algo de vino. ¿Qué te parece si vamos a ver los fuegos artificiales?”